La reestructuración del DAS al estilo Uribe

«Lo importante nunca ha sido ser, sino aparentar«.

Departamente Administrativo de Seguridad

Se dice por estos días en los medios colombianos que, por primera vez, el presidente Álvaro Uribe quiere cerrar el Departamento Administrativo de Seguridad (que en adelante será conocido con otra sigla (¿AIE?), pero hará lo mismo) a causa de las múltiples acusaciones de interceptación ilegal de llamadas (que en adelante seguirán siendo las «chuzadas») a miembros de la oposición, sindicalistas, defensores de derechos humanos, periodistas y altos funcionarios del Estado.

Tal novedad es falsa: ya el presidente en el año 2006 había dado a conocer su intención de cerrar el DAS(1) debido al escándalo originado en las acusaciones por las que ahora es procesado el director de la época de ese organismo, Jorge Noguera, las cuales lo acusan a él y a varios de sus subalternos de tener vínculos profundos y para distintos fines con la mafia y grupos paramilitares (que en adelante se conocieron como Águilas Negras, y hacían lo mismo).

Pero en aquella ocasión no sólo no se hizo nada, sino que por acción u omisión se le permitió a este organismo el escudriñamiento de las vidas privadas de muchos de los que le generan algún grado de interés al gobierno. ¿Entonces por qué ahora se aparenta que es la primera y efectiva vez que se transformará el DAS? Pareciera ser por dos cosas.

La primera, sería porque ya no tiene caso que este ente se preserve tal cual ha sido para satisfacer el interés especial del gobierno de saberlo todo acerca de sus «enemigos». La revista Semana publicó en ediciones pasadas(2) que a pesar del cambio de director, de despidos de funcionarios, de la investigación y el decomiso por parte de la Fiscalía de equipos de interceptación y de todo el ruido ocasionado, el DAS seguía chuzando. La diferencia es que ahora se había tercerizado esta labor: ya no eran miembros internos del ente investigador los que hacían las escuchas ilegales, sino que eran agentes subcontratados (que en adelante podrán ser re-contratados). Luego entonces, cualquier reforma iniciada para supuestamente corregir todo este asunto es inocua: espiar a los contradictores del gobierno ya no se hará ni desde el DAS ni con su logística.

Y si ya da igual, ¿Por qué el acelerado cambio? Como en ocasiones anteriores, por el Patrón.

No es, tampoco, la primera vez que el presidente Uribe se mueve diligentemente para tomar decisiones sólo una vez le hacen esta solicitud los que tienen en sus manos la aprobación del TLC en Los Estados Unidos. Así como cuando, por ejemplo, fue acusado de no respetar a las negritudes, y a los pocos días nombró como ministra de cultura a una mujer afrodescendiente(3); así como cuando fue acusado de no respetar a los sindicalistas y el derecho a la huelga, e inmediatamente se reformó la norma para que fueran los jueces, y no el ministro de la protección social, quien determinara si una huelga era ilegal o no(4); ahora el gobierno oye los reclamos del Congreso Norteamericano y recurre al viejo y burdo truco de cambiarle el nombre a los entes corruptos para que parezcan nuevos y limpios, patraña que tiene su mayor orgullo en El Seguro Social.

Perdido ya el interés estratégico en el organismo, la intención del presidente Uribe de cambiarle el nombre al DAS y trasladar sus muebles de un salón a otro dentro de éste, o incluso con sus vecinos en el Estado, busca simplemente dejar la imagen en el exterior de que él acabó por fin con la versión colombiana de sodoma y gomorra (que en adelante seguirán en donde siempre han estado: en, alias, La Casa de Nari).

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